Como todos los días, el sábado llegó a las seis y media de la mañana al templo de San Francisco, de 25 de Mayo y San Martín, y encontró el piso del atrio lleno de revoque liviano. Levantó la vista y alcanzó a divisar en el extremo derecho de la fachada, una superficie que quedó con los ladrillos a la vista. De inmediato el guardián del templo, fray Fernando Lapierre, llamó a Defensa Civil, que cercó todo el ingreso con cinta perimetral, para prevenir cualquier accidente durante el fin de semana largo, que concluye hoy.
Los fieles entran por la puerta de lateral de San Martín. Las misas se siguen oficiando y el comedor comunitario también. “No hay peligro porque lo que se cayó no es mampostería sino revoque liviano”, aclara el sacerdote. Sin embargo se le nota el cansancio de lidiar con un problema de nunca acabar: el mantenimiento de los templos franciscanos, bellos y llenos de historia, reconocidos como monumento nacional (el de Tucumán, a partir de 1964), pero en la práctica, “intocables”. “Yo no puedo poner un clavo en estas paredes porque es parte del patrimonio nacional. No puedo hacer obras de mejoramiento por mi cuenta, para todo hay que pedir autorización”, explica.
“Pero a mí en Defensa Civil me dijeron que sí hay riesgo porque se puede caer mampostería de arriba que actúe nomás. Así que llamé a un par de obreros para que vean si hay más revoque suelto. Mañana van a venir para sacar las plantas que han crecido arriba y quitar lo que haya quedado suelto”, dice en tono decidido. Pero la verdad es que fray Lapierre llamó desesperadamente no sólo a Defensa Civil, sino también a Catastro, a Turismo y a Patrimonio de la Nación y por el fin de semana largo nadie le contestó.
En Tucumán, el mantenimiento está a cargo de la Nación, la Provincia y la Municipalidad. El problema es el día a día, los imprevistos, los arreglos que no pueden esperar, pero igual esperan porque hay que hay trámites que cumplir, dineros que no llegan o que llegan cuando los precios ya no son los mismos.
“De estructura, se supone que el templo está bien, porque en eso consistió la primera etapa de recuperación. Pero desde hace tres años falta que se empiece con la tercera etapa, que es justamente toda la parte exterior del templo, y las pinturas, que contienen toda la riqueza cultural. A mí esto me da mucha pena, porque yo puedo arreglar cualquier desperfecto del edificio, pero no puedo recuperar el arte. Los frescos se están perdiendo para siempre”, lamenta el fraile.
Sin embargo, cuando las etapas de restauración terminan, aparecen otros desperfectos que no se habían visto antes o no habían aparecido. Tal es el caso de las grietas en las columnas del convento, denunciadas por LA GACETA el 8 de junio pasado.
La mayoría están mal
Fray Lapierre ha recorrido cinco conventos franciscanos y “a cual peor”, dice. Sin duda ninguno se le compara al de Catamarca, donde permaneció por nueve años. Ahí nos tuvieron años penando, con proyectos que empiezan con promesas y después se cortan. Te dicen que van a mandar tal dinero y resulta que es menos”, reniega.
Pero no todos están mal. “Los templos de Salta y de Jujuy son una joya. El salteño es el más grande del país y allí el Gobierno provincial se puso firme con la Nación para que se hagan los arreglos. “Los tucumanos son muy generosos y preguntan: ¿y si hacemos una colecta, padre? Y yo les digo que la pongo en el banco porque no puedo hacer nada”, cuenta.
Clausuras preventivas
¿Cuál es la situación del templo de San Francisco? le preguntó LA GACETA, ayer, al secretario de Gobierno municipal Walter Berarducci. “Después del derrumbe del ex Parravicini realizamos un relevamiento en la zona. Hicimos clausuras preventivas, no sólo en el ingreso por 25 de Mayo sino también en la sacristía”. Prometió que durante la semana se analizará en detalle la situación edilicia. Y otra vez: ¿quién se encarga del mantenimiento?